Ministerio Del Cuerpo De Cristo

el Bautismo Del Espíritu Santo

EL BAUTISMO DEL ESPIRITU SANTO

Sam  Fife

 

Este es un estudio tomado de las Escrituras, acerca del Bautismo del Espíritu Santo y cómo recibirle a Él. Presentamos este estudio a todos los que tienen un corazón hambriento de recibir plenitud de Dios y todo lo que Dios tiene disponible en el Señor Jesucristo. Lo presentamos especialmente a aquellos que deben comprender completamente según la Palabra, lo que Dios tiene provisto para ellos, antes de que cedan al Espíritu Santo y lo reciban.

Encontramos que hay muchos cristianos sinceros en el mundo actual que están hambrientos del Bautismo del Espíritu Santo. Mucho de ellos han estado buscando por años, pero han sido estorbados por malentendidos, por expresiones incorrectas, y por el mal uso de términos. Muchos sienten que deben pasar por el mismo éxtasis emocional que otro ya experimentó. No han visto que las Escrituras nos revelan lo que es el bautismo de Espíritu Santo y cómo puede ser recibido sin emocionalismo en exceso, sin sentir que uno tiene que imitar o emular la experiencia de otro. Solamente al rendirse completamente al Espíritu de Dios que mora en ellos, entonces el Espíritu de Dios les sumerge, les bautiza, para que ellos puedan experimentar toda la plenitud de Dios.

Tome su Biblia y ábrala en San Juan capítulo 14. Encontraremos que empezando en el capítulo 14 de San Juan y llegando hasta Hechos 2, tenemos un modelo que nos revela exactamente que es el bautismo de Espíritu Santo y exactamente cómo podemos recibirlo.

Juan 14 versículo 15 y 16 dice: “Si me amáis, guardad mis mandamientos, y yo rogaré al Padre, y os dará otro Consolador, para que esté con vosotros para siempre”. Ahora, para comprender completamente las palabras de Jesús, primero necesitamos entender que en los capítulos 13 hasta 16 de Juan, se nos muestran las últimas enseñanzas que Jesús dio a sus discípulos la última noche que estuvo con ellos.

En el capítulo 13 se encuentran en el aposento alto. Habían participado de la comunión, y Jesús lavó sus pies. Cuando él terminó, se sentó, y sabiendo que esa misma noche iba a ser arrestado, iba a ser crucificado, enterrado y levantado de nuevo, y a ascender a los cielos, y a dejarles, les dijo: “Si me amáis, guardad mis mandamientos. Y yo rogaré al Padre, y os dará otro Consolador.”

Hasta este tiempo, Jesús había sido su Consolador, y había estado con ellos por tres años. Cuando ellos salieron al mar de Galilea en el barco que se iba a hundir, ellos fueron a Jesús gritando: “Maestro, ¿no tienes cuidado que perecemos? (Marcos 4: 38) Jesús se levantó y calmó la tempestad, y les confortó. Cuando los escribas y los fariseos les estaban persiguiendo, Jesús estaba ahí para confortarles, pero ahora Él dijo que iba a irse, y dijo que iba a mandar a otro para tomar Su lugar, alguien que sería lo mismo para ellos que Jesús cuando estuvo ahí. Esa otra persona era el Espíritu Santo, “El Espíritu de verdad, al cual el mundo no puede recibir, porque no le ve ni le conoce; pero vosotros le conocéis, porque mora con vosotros y estará en vosotros” (Juan 14: 17). Esta es la primera gran verdad que necesitamos tener plantada en nuestra conciencia para poder recibir el Espíritu Santo. Él es quien ha sido enviado para ser nuestro Consolador, no Jesús. No está en el plan de Dios o en la provisión de Dios que Jesús personalmente sea nuestro Consolador. Otro fue enviado, y ese otro es el Espíritu Santo.

Él es con quien debemos tener una experiencia. No podemos tener una experiencia directamente con Jesús. Debemos tener una experiencia con Jesús por medio del Espíritu Santo. Él es enviado para revelar Jesús a nosotros. Él es enviado para glorificar a Jesús en nosotros. Él es enviado para hacernos capaces de amar a Jesús.

Romanos 5: 5 dice: “El amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que nos fue dado. Él es quien nos capacita para adorar a Jesús. Podemos tener cada experiencia con Jesús por medio de Él, pero no podemos tener ninguna experiencia con Jesús pasándole por alto. Este es problema con tantos cristianos en el mundo hoy día. Están tratando de tener una experiencia con Jesús sin pasar por el Espíritu Santo. Muchos tratan de obtener su consuelo al leer y recordar las cosas que Jesús hizo hace 1.900 años cuando estaba en carne sobre la tierra, y sin tener ninguna experiencia real en lo absoluto, con el Espíritu Santo.

Considera esto, querido amigo. Dios supo que estos discípulos que vivieron solamente semanas, meses y años después de la permanencia terrenal de Jesús, no podían obtener su consuelo al sólo recordar las cosas que Jesús hizo mientras estuvo aquí, sino que necesitaban que les fuera enviado otro consolador. Cuanto más tú y yo que vivimos más de 1.900 años después de Su estancia terrenal, necesitamos este otro Consolador. No puedes tener comunión con Jesús, sin el Espíritu Santo. No puedes tener ninguna experiencia en lo absoluto con Jesús, excepto por medio del Espíritu Santo. Él es Jesús en el mundo. Es solamente mediante el Espíritu Santo que podemos experimentar a Jesús. Muchos no han asentado esta verdad en sus corazones; muchos están teniendo experiencias con su iglesia, sus predicadores y sus compañeros cristianos. No están teniendo una experiencia con Jesús porque no son continuamente llenos de, y rendidos a, y guiados por el Espíritu Santo. No buscan unión y comunión con el Espíritu Santo, ni tampoco buscan la manifestación del Espíritu Santo o los dones del Espíritu. Se engañan a sí mismos, pensando que están teniendo toda la experiencia que Dios quiere para ellos, por ir directamente a Jesús, y no puede ser así, amigos míos.

Usted no puede orar excepto que ore en el Espíritu. Por esto es que muchos cristianos nos reciben contestación a sus oraciones; están orando en la carne, no están orando en lo absoluto en el Espíritu, y por lo tanto, no están teniendo ninguna clase de experiencia con Jesús, solamente están pasando por una forma carnal, que les puede dar una medida de bendición carnal, pero no tiene eficacia con Dios en ninguna manera.

Afiance en su corazón, querido amigo, que necesita ser lleno del Espíritu Santo. Necesita tener experiencias diarias con el otro Consolador, el Espíritu Santo. Una vez que esto ha sido afirmado en su corazón, y usted empieza a tener hambre de esa experiencia con Jesús mediante el Espíritu, entonces usted se está empezando a preparar para recibir el Bautismo del Espíritu Santo.

Jesús dijo a sus discípulos que El enviaría otro Consolador. “A quien el mundo no puede recibir, porque no le ve, ni le conoce”. Estas son las dos razones por las cuales la gente del mundo y los cristianos mundanos (quienes son del mundo, cuando caminan en las cosas carnales d este mundo) no pueden recibir el Espíritu Santo. Primero, ellos no pueden verle. En su sabiduría y vanidad mundana, ellos creen que son muy sabios; Él es invisible y ellos no están dispuestos a creer en alguien que no pueden ver. En segundo lugar, no le conocen.

Ahora, hay una diferencia entre saber acerca de alguien, y conocerle. Ustedes pueden saber acerca de algunas personas que viven en el otro extremo de la ciudad. Usted puede saber cuántos niños tienen, puede saber qué clase de trabajo tiene; aún puede saber qué clase de coche conducen y su dirección; puede saber todas estas cosas acerca de ellos, pero nunca los conocerá verdaderamente hasta que se los presenten, que usted estreche sus manos y que tengan una experiencia y comunión personal con ellos, y entonces puede decir que está empezando a conocerles.

Cuando me gradué del seminario teológico, sabía muchas cosas acerca del Espíritu Santo que aprendí a través del estudio de la Biblia. Sabía que Él era la tercera persona de la Trinidad, que Él era el autor de las Escrituras, que Él era el Maestro, el Consolador, el Guía, sabía todas estas cosas acerca de Él, pero no podía decir que lo conocía hasta aquella noche hace algunos años.

Estaba hincado orando, y El empezó a moverse dentro de mí. Sentí este movimiento y de pronto fui sumergido en El, bautizado en El. Él tomó control de mi lengua, y me encontré alabando a mi Padre celestial en otras lenguas. Entonces estaba teniendo una experiencia y comunión personal con El. Entonces estaba empezando a conocerle. Dios ya no era un conjunto de premisas teológicas en mi mente, sino que estaba teniendo una experiencia y comunión personal con el Santo de Israel.

Desde entonces, he tenido cientos de experiencias con El. Veinte veces al día, cuando pienso en Jesús, de pronto estoy lleno de Él, y me encuentro alabando a mi Padre celestial en esa lengua celestial. El me da las palabras de alabanza que pronunciar. A menudo me habla en visiones y algunas veces en mi vida, en una voz audible. Diariamente estoy conociéndole mejor y mejor.

Continuando en el versículo 18 de Juan 14, Jesús dice: “No os dejaré huérfanos, vendré a vosotros.” Aquí tenemos una aparente contradicción. En el versículo 16, Jesús dice: “Yo rogaré al Padre, y os dará otro Consolador” pero cuando sabemos que Jesús y el Espíritu Santo están en unión perfecta el uno con el otro, que son uno solo, entonces sabemos lo que Jesús quiso decir. El vendría a ellos y los consolaría después de irse, mediante su unión en el Espíritu Santo.

En el versículo 19 Jesús dice: “Todavía un poco, y el mundo no me verá más; pero vosotros me veréis porque yo vivo, vosotros también viviréis.” Jesús dijo que todavía un poco y el mundo no le vería, porque Él iba a ascender al cielo. Entonces Él dijo a sus discípulos que ellos sí le verían. En el idioma original, El no quiso decir que realmente lo iban a ver en forma visible, sino que iban a contemplar su presencia, hablando de aquel día cuando el otro Consolador vendría a ellos.

El versículo 20 dice: “En aquel día vosotros conoceréis que yo estoy en mi Padre, y vosotros en mí, y yo en vosotros.” Nunca fue el plan de Dios para nosotros solamente seguir creyendo toda nuestra vida que tenemos el Espíritu de Cristo en nosotros. Es cierto que creemos primero, pero el plan de Dios para nosotros era que supiéramos que él está en nosotros. El Bautismo de Espíritu Santo es la provisión que Dios ha hecho para que podamos saber en forma experimental que Él está en nosotros por medio de Su revelación de Sí Mismo a nosotros en las muchas manifestaciones que se mencionan en las Escrituras.

Antes que recibieran el bautismo del Espíritu Santo, yo creía que el Espíritu de Dios, el Espíritu de Cristo moraba en mí, porque yo sabía que la Biblia enseña que cualquier hombre que no tiene al Espíritu de Cristo, no es de Él. Aceptaba la premisa teológica por fe de que así era, pero aquella noche, hace algunos años, cuando Él se empezó a mover en mí, sentí Su movimiento, y se hizo más valioso y poderoso en mí. Entonces, cuando Él tomó mi lengua, me encontré hablando en otras lenguas. Ahora no solamente creo que Él está en mí, yo sé que Él está en mí. Esa es la diferencia. Es por eso que fue provisto por Dios, queridos amigos, para que pudieran saber que Él está en ustedes. Esta es su confirmación.

Muchas iglesias hoy en día tienen lo que se llama un servicio de confirmación para un niño cuando llega a cierta edad, o para un adulto. Ellos son traídos ante las autoridades de la iglesia, quienes ponen sus manos sobre ellos. Se dice que así han sido confirmados ya. La confirmación debe ser una evidencia de recibir el Espíritu Santo, pero no hay experiencia sobrenatural para hacerles saber que el Espíritu Santo está en ellos. Simplemente pasan por el ritual, y se van exactamente como entraron.

A Juanita cuando cumple doce años, le compran el mejor vestido. El padre va a la iglesia por primera vez en meses, y algunas veces en años. Juanita pasa por todo el ritual. Ella está muy orgullosa de su vestido nuevo y de cómo luce, pero Juanita no tiene experiencia con Dios en lo absoluto. Ella se va, y no sabe realmente qué es lo que pasó.

Esto es sencillamente una deterioración, un ritual que ha degenerado de lo que fue una vez una poderosa realidad en el cristianismo del primer siglo, cuando ellos tenían servicios de confirmación según se describe en Hechos capítulo 19. Ponían sus manos en los que habían creído, y la Biblia dice que fueron llenos de Espíritu Santo y hablaban en lenguas y profetizaban. Aun en el siglo Cuarto, Agustín describe que cuando ponían sus manos sobre los convertidos, se esperaban que ellos hablarán en lenguas. Esta es la realidad, este es el verdadero servicio de confirmación y el bautismo del Espíritu Santo.

La manifestación del don de lenguas y profecía, visiones, etc., es el servicio de confirmación de Dios, es la confirmación de Dios que Él nos ha dado después que hemos creído en Jesús como nuestro Salvador personal, para que podamos saber que El aún mora en nosotros.

Teológicamente se nos presenta en el Antiguo Testamento en el día de Expiación de Israel. Cuando el Sumo Sacerdote entraba en el Lugar Santísimo con la sangre del cordero en sus manos, toda la gente se paraba fuera del Tabernáculo a esperar que saliera. El Sumo Sacerdote tenía campanillas en la orla de su manto. Mientras ellos oyeran las campanas durante el tiempo que él estaba en el Lugar Santísimo, sabían que no había muerto, aun había esperanza. Pero ellos no podían tener completa seguridad de que Dios había aceptado su ofrecimiento de la sangre del Cordero que había enviado con el Sumo Sacerdote, hasta que el Sumo Sacerdote regresara donde estaban ellos. Es por esto que ellos estaban fuera parados, esperando. Cuando el Sumo Sacerdote salía, ellos tenían una confirmación absoluta de que su ofrenda había sido aceptada por Dios.

Este tipo fue cumplido cuando Jesús, el gran Sumo Sacerdote, hace 1.900 años dejó la tierra y entró en el verdadero Lugar Santísimo con la sangre del verdadero Cordero en Sus manos, o sea su propia sangre. Él dijo a su pequeño grupo de seguidores que esperasen que regresará a ellos: “No os dejaré huérfanos, vendré a vosotros”. El vendría en la Persona del Espíritu Santo. Mientras Él se había ido, estos discípulos tenían murmullos y estaban conmovidos en sus corazones y tenían grandes esperanzas; este es el retintín de las campanillas que los hijos de Israel escucharon cuando el Sumo Sacerdote estaba en el Lugar Santísimo. Pero fue cuando el Espíritu fue derramado sobre ellos (Hechos 2: 4), en el bautismo del Espíritu Santo en el día de Pentecostés, que ellos supieron que su Sumo Sacerdote había regresado a ellos; el ofrecimiento que habían enviado por medio de Él había sido aceptado por el Padre.

Esto se refiere a toda la iglesia que estaba ahí en aquel día. Pero también tiene aplicación a su vida individual, mi querido amigo cristiano. Cuando usted cree en Jesús como su salvador personal, está enviando a Jesús por fe hasta el verdadero Lugar Santísimo a la presencia de Dios con Su sangre en Sus manos, como su Sumo Sacerdote. Sepa que es verdad que antes de recibir el bautismo del Espíritu Santo, podemos tener el movimiento del Espíritu en nuestros corazones. También podemos tener guía del Espíritu. Muchas veces yo la tuve siendo un ministro antes de recibir el bautismo del Espíritu Santo, pero ese fue solamente el retintín de las campanillas.

Y no es hasta que hemos sido bautizados en el Espíritu Santo, sumergidos en El, y Él se manifiesta a sí mismo por medio de nosotros, con el precioso don de lenguas ( esta es la manifestación que Dios ha escogido como señal para nosotros y para los incrédulos) que el Sumo Sacerdote ha regresado. Es entonces cuando tenemos nuestra confirmación. Es entonces cuando sabemos que nos hemos salido de la esfera de la fe, y que ahora estamos entrando en la esfera de la experiencia. Es entonces que sabemos que nuestra ofrenda es aceptada. Es entonces cuando sabemos que el Espíritu Santo mora en nosotros.

Siempre de allí en adelante, a medida que nos rendimos a Él, Él se manifiesta por medio de nosotros, por los muchos dones del Espíritu ( 1 Corintios 12: 8- 10 ). Continuamente Él nos asegura que está con nosotros. Querido amigo, el plan de Dios para ti es que sepas que Él está en ti y el bautismo del Espíritu Santo es esa provisión y esa confirmación.

Cuando Jesús dijo en los versículos 21-23: “El que tiene mis mandamientos, y los guarda, ése es el que me ama; y el que me ama, será amado por mi Padre, y yo le amaré y me manifestaré a él. Le dijo Judas ( no el Iscariote); “Señor, ¿cómo es que te manifestarás a nosotros, y no al mundo?” Respondió Jesús y le dijo: “El que me ama, mi palabra guardará; y mi Padre lo amará, y vendremos a él, y haremos morada con él”.

En esta versión dice “haremos morada con él”, pero en el idioma original dice “ dentro de él”. Judas acababa de oír a Jesús decir a sus discípulos, “todavía un poco y el mundo no me verá más”. Judas se preguntaba cómo Jesús se iba a revelar a ellos pero el mundo no iba a participar de esto, y le preguntó al Señor. El Señor contestó en resumen, “lo haré al venir el Padre, y yo en la Persona del Espíritu Santo y vivir dentro de ustedes”. Es se iba a revelar a sí mismo desde adentro, y éste es el maravilloso plan de Dios, para revelarse a sí mismo a aquellos que lo aman y creen en Jesús, y el mundo no puede participar de esto.

A menudo vienen personas a nuestros cultos. A medida que levantamos las manos y adoramos a Jesús, se puede ver a alguien empezando a temblar bajo el poder del Espíritu de Dios; a otra persona la interpretación, y a otro empezar a profetizar. Se puede ver a alguien levantarse y decir: “Vi esto y aquello en una visión”, y ellos solamente continúan parados observando. Por las experiencias exteriores pueden pensar que estamos locos. No saben lo que está pasando en nuestro interior. No saben que Jesús está ahí manifestándose a sí mismo desde dentro de nosotros, así como Él dijo que lo haría.

Al observar a una jovencita parada con sus brazos levantados absorta en la adoración de Jesús, todo lo que pueden ver es a una adolescente de pie, con las manos arriba y sus ojos cerrados. No saben lo que está pasando en el interior de ella. No saben que mientras ella está ahí parada, la cortina de oscuridad que se ve al cerrar los ojos desaparece, y de pronto ella empieza a ver visión, así como si estuviera viendo una película de cine. Esto es Jesús revelándose a sí mismo desde el interior de vasos rendidos a Él.

(En este momento, en la cinta grabada de donde se tomó este estudio el hermano Fife hablo en lenguas. Aquí está la interpretación: “Porque el Señor os dice, hijos míos, no me revelaré a vosotros en lo natural, sino que me revelaré en vosotros en el Espíritu. Porque os he llamado para caminar en el Espíritu, dice el Señor vuestro Dios.”)

Así que, este es el maravilloso plan de Jesús para revelarse a aquellos que le aman y creen en Él. Él se revela a ellos desde adentro. Los escépticos, los incrédulos, la gente del mundo, incluyendo a los cristianos mundanos, no participan de esta revelación.

Cuando resumimos esta promesa de Jesús encontramos que Jesús les dijo: “Me voy, pero os enviaré a otro consolador. Será el Espíritu Santo. Cuando el venga, sabréis que estoy en vosotros, porque me revelaré a vosotros desde adentro.” Esta es la promesa que Jesús hizo a sus discípulos antes de dejarlos esa noche en el aposento alto. En los capítulos 15 al 17 de Juan, se nos dice cómo esa misma noche Jesús fue arrestado, luego enjuiciado, crucificado, enterrado, y levantado otra vez al tercer día. Abran sus Biblias en Juan 20: 19. Aquí se nos habla de la primera aparición de Jesús a sus discípulos después que se levantó de los muertos. Acabamos de estudiar la última noche que estuvo con ellos antes de morir. Ahora tenemos aquí el relato de Juan sobre la primera aparición a los discípulos después de su resurrección.

19. Cuando llegó la noche de aquél mismo día, el primero de la semana, estando las puertas cerradas en el lugar donde los discípulos estaban reunidos por miedo a los judíos, vino Jesús y puesto en medio, les dijo: Paz a vosotros.

20. Y cuando les hubo dicho esto, les mostró las manos y el costado. Y los discípulos se regocijaron viendo al Señor.

21. Entonces Jesús les dijo otra vez: Paz a vosotros. Como me envió el Padre, así también yo os envío. 22. Y habiendo dicho esto, sopló, y les dijo: Recibid mi Espíritu Santo.

Ahora, recuerdan en Juan capítulo 14 en la mesa del Señor, Jesús les dijo a estos discípulos, hablando del Espíritu Santo: “El mora con vosotros y estará en vosotros”. Estaba con ellos aquella noche en el aposento alto, pero aún no estaba en ellos. La razón era que Dios no dio el Espíritu Santo para morar en ellos, hasta después de que Jesús fuese crucificado.

La razón fue que hasta que la sangre expiatoria de Jesús fuera derramada para expiar nuestros pecados y hacernos vasos limpios, el Dios Santo no podría morar en carne pecadora. La Escritura nos muestra claramente que el Espíritu Santo no fue dado hasta después de la expiación de Jesús. Veamos Juan capítulo 7: 37. En el último y gran día de la fiesta, Jesús se puso en pie y alzó la voz, diciendo: Si alguno tiene sed, venga a mí y beba. 38. El que cree en mí, como dice la Escritura, de su interior correrán ríos de agua viva. 39. Esto dijo del Espíritu que habían de recibir los que creyesen en El, pues aún no había venido el Espíritu Santo, porque Jesús no había sido aún glorificado.

Aquí nos dice en forma definitiva que el Espíritu de Dios no fue dado para morar en el hombre hasta después de la expiación de Jesús. Es verdad que leemos en el Antiguo Testamento que durante el período del Antiguo Testamento del Espíritu Santo vino sobre unos cuantos profetas escogidos para que fuesen usados por Dios para el propósito de redención, pero la Biblia dice que Él no fue dado para morar en el hombre hasta después de que Jesús fuese crucificado, o glorificado. Por lo tanto, cuando ellos estaban sentados en la mesa de la cena del Señor, (Juan 14) la noche antes que él los dejara, y porque fue antes de Su crucifixión, Jesús les dijo: “El mora con vosotros, y estará en vosotros.” Pero ahora como vemos en Juan 20: 19, su sangre expiatoria ha sido derramada, para hacernos vasos limpios, y abrir el camino para que el Dios Santo moré en carne de pecado. Por lo tanto, lo primero que Jesús hizo en su primera aparición a ellos después de su resurrección, fue soplar sobre ellos, diciendo: “Recibid el Espíritu Santo”. Él les impartió el Espíritu Santo.

Estos discípulos fueron representantes de toda la iglesia que vendría después de ellos, pues la Biblia dice que son las piedras fundamentales sobre las cuales somos edificados. Por lo tanto, desde aquél día en adelante, su experiencia fue un modelo para nuestra experiencia. Desde aquel día hasta ahora, cada persona que jamás ha creído en el Señor Jesucristo como su Salvador, en el momento en que creyó en Jesús, Dios sopló sobre él y el Espíritu Santo vino a morar en él.

La palabra para “espíritu” en el griego original era la palabra “pneuma”, lo cual quiere decir aliento o soplo de Dios. Y usted, querido amigo cristiano, en el punto, sí, en el mismo momento que creyó en Jesús como su Salvador, Dios sopló en usted, y el Espíritu Santo mora en usted. Esto es lo que les pasó a los primeros discípulos de Jesús cuando Él les apareció por primera vez. Pero esto no fue el cumplimiento de la promesa que les había hecho. Nada sucedió en ese momento para hacerles saber que El estaba dentro de ellos. Silenciosamente el Espíritu Santo entró en ellos e hizo morada ahí. En el momento cuando usted aceptó a Jesús como su Salvador y nació de nuevo, nada le sucedió para hacerle saber que Él había entrado en usted. Lo que los discípulos experimentaron fue una preparación para la confirmación, una preparación para el Bautismo del Espíritu Santo.

Aun así con usted, hay una diferencia entre su regeneración y su confirmación. Hay una diferencia entre nacer de nuevo del Espíritu y ser bautizado en el Espíritu. En el momento cuando el Espíritu Santo entra en usted, esa es su experiencia de regeneración. Eso es cuando El viene para morar en usted. Pero esa es solamente la preparación para el bautismo del Espíritu Santo que es su confirmación. Así que, si vamos a Hechos 1 vemos cómo Jesús continuó cumpliendo la promesa hecha a los discípulos. Hechos 1: 4 relata la última aparición que Jesús hizo a sus seguidores. Él les había llevado fuera de Jerusalén, al Monte de los Olivos, y estaba a punto de ascender.

4. Y estando juntos, les mandó que no se fueran de Jerusalén, sino que esperasen la promesa del Padre, la cual, les dijo, oísteis de mí.

5. Porque Juan ciertamente bautizó con agua, más vosotros seréis bautizados con el Espíritu Santo dentro de no muchos días.

¿De qué promesa estaba hablando Jesús? De la promesa que El hizo en la mesa de la cena del Señor en Juan 14, que el otro Consolador vendría. Él dijo que cuando esa promesa sería cumplida no muchos días después, “seréis bautizados con el Espíritu Santo”.

Ahora hay dos verdades importantes que nos son reveladas aquí. Primero, hay una diferencia marcada entre el morar del Espíritu cuando recibimos la salvación, y el bautismo del Espíritu Santo. Estos discípulos a quienes Jesús habló aquí en Hechos 1 ya habían recibido el Espíritu cuarenta días antes de la primera aparición de Jesús a ellos cuando Él les sopló y les dijo: “Recibid el Espíritu Santo”. Pero ahora Jesús le dice que todavía hay algo más para usted y ese es el bautismo del Espíritu Santo. Es igual con usted, querido amigo. En el punto en que usted creyó en Jesús como su Salvador, Dios sopló en usted y el Espíritu Santo vino a morar en usted, pero aún hay algo más para usted. Y este es el bautismo del Espíritu Santo, su servicio de confirmación.

La segunda gran verdad que aprendemos aquí en las palabras de Jesús es exactamente lo que es el bautismo del Espíritu Santo. La palabra que se usó en el griego original es “bautizo”, que significa “ser sumergido en” o “estar completamente en un elemento”. Así que los discípulos de Jesús, quienes comprendían el griego, entendieron que Jesús decía que ellos iban a estar completamente en el Espíritu, sumergidos en el Espíritu no muchos días después.

Querido amigo, esto realmente es lo que es el bautismo del Espíritu Santo. Es simplemente ser sumergido en el Espíritu. Es simplemente entrar por completo en el Espíritu y salir fuera de usted mismo. Es salir de lo natural y entrar en el Espíritu, fuera de la carne y dentro del Espíritu. Es simplemente rendirse al Espíritu de Dios que está dentro de usted hasta que usted sea absorto en El, completamente rendido, completamente entregado, hasta que todo su ser este completamente bajo Su control. Cuando usted haya rendido cada porción, El tomará control completo, al manifestarse por medio de usted y habilitarle para hablar en un idioma que nunca ha hablado o aprendido antes. Entonces, muchos otros dones y manifestaciones del Espíritu vendrán con el tiempo como un resultado de su rendición al Espíritu. Les diré más acerca de esto más adelante.

Hechos 2 revela el cumplimiento completo de la promesa.

1. Cuando llegó el día de Pentecostés, estaban todos unánimes juntos. 2. Y de repente vino del cielo un estruendo como de un viento recio que soplaba, el cual llenó toda la casa donde estaban sentados. 3. Y se les aparecieron lenguas repartidas, como fuego, asentándose sobre cada uno de ellos. 4. Y fueron todos llenos del Espíritu Santo, y comenzaron a hablar en otras lenguas, según el Espíritu les daba que hablasen. El día de Pentecostés fue diez días después de la ascensión de Jesús. Y estaban todos unánimes juntos en un mismo lugar. ¿Qué estaban haciendo? Estaban esperando la promesa, como Jesús les había dicho que hicieran.

Estaban en oración, y mientras estaban rindiéndose en oración, de pronto, todos escucharon un sonido extraño, como un viento recio. Cada uno podía ver una visión de una llama de fuego en forma de lengua repartida sobre la cabeza de sus hermanos. Y entonces todos fueron llenos del Espíritu Santo y empezaron a hablar en otras lenguas como el Espíritu les daba que hablasen.

Es importante que usted entienda lo que sucedió aquí. No fue que el Espíritu Santo cayó sobre ellos repentinamente desde lo alto, ya estaba en ellos. Jesús había soplado en ellos, y Él había entrado desde hacía cincuenta días. Lo que pasó fue que mientras ellos estaban rindiéndose en oración, el Espíritu Santo en ellos se empezó a mover desde adentro. Los llenó desde adentro. Muy pronto ellos estaban cautivos en el Espíritu, alabándole, y Él se manifestó en ellos capacitándoles para hablar en otras lenguas.

Note que dijimos “capacitándoles para hablar en otras lenguas”, no “haciéndoles u obligándoles.” El Espíritu Santo nunca nos obliga a hacer nada, sino que Él nos capacita. Si en alguna ocasión usted es obligado a hablar en lenguas o a hacer cualquier cosa sin su cooperación, entonces huya de ese espíritu, porque es un espíritu demoníaco. Solamente mientras nosotros cedemos al Espíritu Santo o cooperamos con El, Él nos capacita para hacer brotar la manifestación del Espíritu de Dios. Cuando los discípulos cedieron al Espíritu de Dios que estaba en ellos, al rendir todo su ser a Él, y entrar en el Espíritu, Él tomó control y se manifestó mediante ellos con la evidencia de otras lenguas.

Esto es lo que pasará, querido amigo, cuando usted sea bautizado en el Espíritu Santo. No espere que le caiga algo de arriba. No pase su tiempo orando y rogando a Dios que le dé el Espíritu Santo, porque usted ya lo tiene morando adentro. No necesita rogar a Dios que le dé el Espíritu Santo, puesto que Dios ya le dio el bautismo del Espíritu Santo desde hace 1.900 años, juntamente con las otras bendiciones que están en Cristo, cuando Cristo fue colgado en el Calvario. Simplemente ríndase al Espíritu que mora en usted, en fe, esperando recibir. Entregue todo su ser a Él. Salga de lo natural y entre en el Espíritu. Cuando usted haya cedido por completo a Él, incluyendo su lengua, cuando por fin ya haya suelto también su lengua al Espíritu Santo, El tomará control completo. Estará en El, y será sumergido en El. Será bautizado en El. El estará en completo control y podrá manifestarse por medio de usted, habilitándole para hablar en otras lenguas. Como resultado de eso, finalmente todos los demás dones del Espíritu brotarán en usted.

El problema con algunas personas es que no les es fácil ceder y rendirse. Muchos no están dispuestos a rendirse por completo al Espíritu Santo. Otros han tenido el hábito de controlar todo su ser, su lengua, sus manos, sus brazos, sus piernas, y su vida. Se han vuelto un hábito y un modelo tan duro para ellos, que les es difícil rendirse a otra persona que mora adentro. Esto es lo que realmente significa recibir el Espíritu Santo, simplemente ceder todo su ser al Espíritu que ya mora o habita en su vaso, su casa.

Este término “recibir el Espíritu Santo” ha sido malentendido por muchos, causando una idea falsa. Muchos lo han tomado como si fuera a recibir el Espíritu Santo por primera vez. Muchos se han ido pensando que uno nunca tiene el Espíritu Santo morando dentro de ellos hasta que ha sido bautizado en el Espíritu Santo. Y esto no es verdad.

En Hechos 8 se nos dice que Felipe bajó a Samaria y hubo un gran avivamiento; muchos creyeron y fueron bautizados en el nombre de Jesús. Cuando los otros apóstoles en Jerusalén oyeron que estas personas habían creído y sido salvas, enviaron a Pedro y a Juan para que orasen por ellas a fin de que recibiesen el Espíritu Santo, ya que todavía no había caído sobre ninguno de ellos, todos aquellos que habían sido bautizados en el nombre de Jesús. En Hechos 19 se usa nuevamente el término “recibir el Espíritu Santo” cuando Pablo fue a Éfeso, encontró a ciertos creyentes y les dijo: “¿Recibisteis el Espíritu Santo cuando creísteis?”.

Podemos ilustrar el verdadero significado de este término en esta manera. Supóngase que yo entre a su casa y usted está sentado en el escritorio trabajando con sus libros. Yo me siento en un sillón de la sala, y usted no me hace caso. No levanta la mirada, sino que continúa en su trabajo, y yo estoy ahí sentado por horas, mientras usted me desconoce. Bueno, estoy en su casa, pero no me ha recibido todavía. Luego, después de horas, usted levanta la mirada y dice: “Ah, cómo está, hermano Samuel, me da mucho gusto verlo.” Entonces viene, estrecha mi mano, me abraza y dice: “Me da mucho gusto tenerle en casa; en realidad me da tanto gusto que quiero poner la casa a sus órdenes”. Entonces es cuando me ha recibido. Y es lo mismo que pasa con el Espíritu Santo amados. En el punto que decimos que El entre a nuestro vaso, nuestro cuerpo, Él siempre está ahí tratando de atraer nuestra atención. Hemos estado yendo por nuestro propio camino por mucho tiempo, y aún como cristianos seguimos yendo por nuestro propio camino, no cediendo, no rindiendo toda la casa a Él.

El continuamente está buscando llevarnos a un punto de oración donde le recibamos a Él. Cuando lo hacemos, El tomará toda nuestra casa, y seremos sumergidos en El. Estaremos completamente en el Espíritu.

Una persona vino y me dijo: “Hermano Fife, me gustaría recibir el bautismo del Espíritu Santo. Me gustaría el poder, pero no quiero hablar en lenguas”. Bueno esa persona acaba de decir: Espíritu Santo, te voy a dejar tener cada parte de mi ser, pero no voy a dejar que tengas mi lengua para hacer lo que mejor te parezca”.

Esa persona nunca recibirá el bautismo del Espíritu Santo. Otra persona ha visto a alguien recibir el bautismo del Espíritu Santo, y cuando el poder del Espíritu vino sobre él, sus manos empezaron a temblar. Quizá todo su cuerpo empezara a temblar. Una personalidad tímida en él estaría avergonzada si alguien le viera hacer eso, así que no cederá al Espíritu Santo, porque tiene miedo de que sus manos tiemblen. Esa persona acaba de decir: “Espíritu Santo, te voy a dejar tener cada parte de mi ser, pero no te voy a dejar tener mis manos”. Y nunca recibirá el Espíritu Santo. Otra persona diría, “Hermano Samuel he rendido mi vida al Espíritu Santo”. Eso está bien, pero lo que quiere decir es que ha rendido su vida futura al Espíritu Santo. Eso no es rendir todo el ser, incluyendo el cuerpo, al Espíritu Santo, y Dios quiere una entrega total.

Entonces, otra persona, y esta es la primera causa de fracaso en muchos casos, viene a Dios par ceder al Espíritu Santo para que le llene y entonces levanta sus manos y empieza a rogarle a Dios. “Oh Dios, por favor, bautízame en el Espíritu Santo”. Esta persona está estorbando al Espíritu Santo más que ninguna otra, pues tiene a su lengua moviéndose tan rápido que el Espíritu Santo nunca puede tomarla cuando El quiere. Tendría que derribarle antes de poder librarle y hacerle soltar su propia lengua y dejar de controlarla con su propia mente.

Recuerdo bien una experiencia que ilustra esto:

Mi esposa y yo estábamos predicando en la ciudad de Houston, Texas. Nos estábamos quedando en el hogar de una familia económicamente acomodada. Cerca de las siete de la mañana, una sirvienta vino y tocó la puerta de nuestro dormitorio. Había traído una amiga suya que quería el bautismo del Espíritu Santo. Ella nos preguntó si podíamos orar con ella. Nos levantamos, nos vestimos y fuimos a la sala. Nos sentamos y hablamos con María acerca de estas cosas que hemos compartido con ustedes. Entonces yo dije: “María, ahora levanta tus manos. Vamos a dejar que Dios te llene.” Las manos de María se levantaron en el aire, y ella empezó a rogarle a Dios: “Por favor, Jesús, por favor, Jesús”. Por supuesto, nada sucedió. En un minuto yo la detuve y le dije, “María, deja de pedirle a Dios algo que ya tienes. El Espíritu Santo ya está en ti. Dios te dio el bautismo del Espíritu Santo hace más de 1.900 años. Estás moviendo tu lengua tan rápido diciendo “por favor, Jesús”, controlada por tu propia mente y espíritu, que el Espíritu Santo nunca la puede controlar. Solamente levanta tus manos y rinde todo tu ser a Jesús, entregándole el control de todo a Él. Suelta tu lengua también, y con fe sencilla de niño, habla, confiando en El. El tomará control y te capacitará para adorar a tu Padre celestial en otras lenguas. Te sumergirá en El mismo.” Cuando ella lo hizo, en cerca de 11 minutos estaba completamente sumergida en el Espíritu hablando en lenguas y glorificando a Dios.

Esto nos trae a una verdad que queremos compartir. Veamos el Día de Pentecostés en Hechos 2: 4. Y fueron todos llenos del Espíritu Santo, y comenzaron a hablar en otras lenguas, según el Espíritu les daba que hablasen. Literalmente, en el griego dice que hablaron en otras lenguas según el Espíritu les daba “las palabras qué pronunciar”. El Espíritu les daba las palabras, pero ellos hablaban. No dice que el Espíritu les hacía hablar. Dice que mientras hablaban, el Espíritu les daba las palabras qué pronunciar.

Aquí es donde mucha gente no logra recibir el bautismo del Espíritu Santo. Se arrodillan en oración esperando que Dios de pronto los tome, obligándoles repentinamente a empezar a hablar en otras lenguas. Dios nunca te obligará a hacer nada, querido amigo. A medida que crees y cedes, el Espíritu Santo tomará control de todo lo que tú le vas cediendo. Cuando estás rendido por completo a Él, por fe abre tu boca y empieza a hablar, no tratando de hablar en tu propio idioma. Porque es una imposibilidad física hablar dos idiomas al mismo tiempo, debes dejar de hablar español antes de poder empezar a hablar inglés.

Si estás tratando de hablar en tu propio idioma, controlando tu propia lengua por tu propia mente y espíritu, le estas negando la entrada al Espíritu Santo. Lo estás apagando. Él nunca puede tomar el control.

Recuerdo hace varios años cuando mi esposa recibió el bautismo del Espíritu Santo. Fue durante un tiempo en que Dios estaba derramando su Espíritu en nuestra Iglesia Bautista del Sur. En el término de tres semanas, todos en nuestra Iglesia recibieron el bautismo del Espíritu Santo, esto es, todos menos mi esposa. Ella oraba con nosotros en cada reunión de oración y clamaba a Dios, pero nada sucedió. Y vi llegar el día cuando ella estuvo de rodillas desde las seis de la mañana hasta las diez de la noche sin moverse y nada pasó. Una noche estábamos teniendo una reunión de oración y algunos lo habían recibido. Yo me sentía con una carga tan grande por ella, que llamé a tres de los hermanos y les dije, “Vamos a poner nuestras manos sobre ella y creer a Dios con tanta fe, que cualquier cosa que la esté impidiendo será quitada”. Ella se levantó y alzó las manos. Nosotros nos paramos, solamente creyendo durante unos cinco minutos. De pronto, ella prorrumpió en la risa más alegre que jamás se ha escuchado. Se le podía oír a tres cuadras. Y cuando ella lo hizo, el Espíritu del Señor vino sobre ella y fue bautizada en el Espíritu Santo.

Cuando todo terminó, ella me dijo, “¿Sabes una cosa? Eso es lo que quería hacer cada vez que oraban conmigo. Desde la primera vez en estas tres semanas, cada vez que ustedes oraban, yo sentía tantas ganas de reírme que apenas podía controlarme. Pero no me reía pues fui enseñada que debemos ser reverentes cuando oremos y se suponía que no debía reírme”.

Entonces todos nos reímos porque aprendimos una gran lección. El Espíritu estaba tratando de tomar control de ella, impulsándola desde el interior a reírse, porque Él sabía que esto la estaba impidiendo, pero ella le estaba resistiendo y apagando con una idea preconcebida en su mente. Ella había escuchado la predicación en alguna parte que dijo que no se debe uno reír cuando ora.

Esta es la diferencia entre ceder al Espíritu y hacer todas las cosas de la manera en que pensamos que deben ser hechas. Cuando usted está rogando a Dios, suplicándole que le dé el bautismo del Espíritu Santo, o cuando usted está diciendo lo que quiere decir con su entendimiento, usted está excluyendo al Espíritu. No necesita hacer ninguna de estas cosas, querido amigo.

Vaya y esté a solas con Dios. Levante sus manos a Jesús rindiendo todo su ser al precioso Espíritu Santo que ya mora en usted. Suéltele todo incluyendo su lengua. Entonces hablé sin hacer ningún esfuerzo para hablar en su propio idioma, por su propia mente y espíritu, confiando en que Él le dará las palabras que va a pronunciar. El momento en que usted suelte el control, El tomará el control y usted estará sumergido en el Espíritu, bautizado en el Espíritu. Cuando empiece a hablar en lenguas, no se detenga. Mientras usted continué hablando, Él le seguirá dando las palabras que hablar. Si usted se detiene, le apaga. Siga y adore a su Padre celestial en un idioma celestial hasta que éste se haga tan fuerte en usted que podrá usarlo todos los días de su vida.

Ahora vaya a estar a solas con el Señor, querido amigo, reciba el bautismo del Espíritu Santo ahora. En el nombre de Jesús. AMEN.

 

 
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