Ministerio Del Cuerpo De Cristo

Bajo sus Alas

Bajo Sus Alas 

Por: Joe McCord

Usted, posiblemente puede haber escuchado los estupendos tipos y sombras que se encuentran en el libro de Rut. Booz es el redentor de los parientes, el cual es Cristo, y Rut es Su novia. Ese es el mensaje espiritual en Rut porque la Palabra de Dios es palabra espiritual. Jesús dijo, “El Espíritu es el que da vida; la carne para nada aprovecha; las palabras que yo os he hablado son espíritu y son vida” Juan 6:63. En el libro de Rut, se sabe que Rut había perdido a su marido. Su suegra, Noemí, había suplicado a Rut para dejarla a fin de que encuentre a un nuevo marido. Sin embargo Rut había resuelto quedarse bajo la cobertura del Espíritu de Dios y de su suegra. Ella no estaba ansiosa por encontrar a un hombre. Ella se quedó bajo esa cobertura porque ella quiso encontrar al hombre Verdadero. Ella dijo a Noemí en Rut 1:16, “No insistas que te deje, o que deje de seguirte; porque adonde tú vayas iré yo, y donde tu mores, moraré. Tu pueblo será mi pueblo, y tu Dios mi Dios.” Booz dice a Rut en el capítulo 2:12, “Que el SEÑOR recompense tu obra, y que tu remuneración sea completa de parte del SEÑOR, Dios de Israel, bajo cuyas alas has venido a refugiarte.” Creo que cada prueba que Dios ha ordenado para nosotros, sea que Él lo levante o si Él utilice al “enemigo” para valerse de él, es para descubrir donde está nuestra confianza. Todos sabemos la famosa Escritura en Jeremías 17:5,7, “Así dice el SEÑOR: Maldito el hombre que en el hombre confía, y hace de la carne su fortaleza, y del SEÑOR se aparta su corazón 7 Bendito es el hombre que confía en el SEÑOR, cuya confianza es el SEÑOR. “Dónde está nuestra confianza? Es verdad que no podemos confiar en cualquier hombre. Si un ministerio le dice que usted puede confiar en ellos, entonces mienten. No podemos confiar incluso en nuestra carne. No hay uno, en su vieja naturaleza, que sea de fiar. No hay uno en el cual usted pueda confiar excepto Dios. Eso no quiere decir que Dios no usará al hombre para cubrirlo. El peligro es que tendemos a confiar en nosotros mismos, que es la única persona en quien no deberíamos confiar. Por esto necesitamos un revestimiento y por esto nuestro refugio de confianza debería estar en Él. Fíjese que Booz dijo, “Bajo cuyas alas has venido a refugiarte” Las alas nos elevan. Apocalipsis 12:14, “Y se le dieron a la mujer las dos alas de la gran águila, a fin de que volara de la presencia de la serpiente al desierto, a su lugar,...” Rut había llegado a confiar bajo Sus alas. Cada prueba que confrontamos es para ver donde está nuestra confianza. Noemí habló a Rut acerca de Booz. Tenga presente que Booz es el tipo de Cristo. Ella habla acerca de la naturaleza del Padre que Cristo tiene. Rut 2:20, “Y Noemí dijo a su nuera: Sea él bendito del SEÑOR, porque no ha rehusado su bondad ni a los vivos ni a los muertos...” Cuando confiamos completamente en Él, sabremos que él es bueno, tanto para los vivos y para los muertos. Él es bondadoso para aquéllos que están vivos en Cristo y bueno para aquéllos que están muertos en delitos y pecados. Jesucristo murió por los pecados del mundo entero. Su misericordia y Su gracia son para que todos puedan venir y vivir. En el reino natural, Él es bueno para aquéllos de nosotros que estamos todavía vivos, de este lado del velo, y Él es bueno para los muertos. Si realmente confiamos bajo las sombras de sus alas, entonces no temeremos a la muerte. No temeremos a la muerte de nuestra vida, al pecado que está en nosotros [Ro. 7:20], o aun a la muerte física. Algunas semanas atrás, estaba en la ciudad de Lubbock, Texas. Como escuchaba las noticias por radio, oí la oración del capellán del Senado de los Estados Unidos, Dr. Lloyd Ogilvy. Como escuché a Dr. Ogilvy orando, me percaté que era el mismo Lloyd Ogilvy a quien conocí cuando él tuvo 28 años de edad y yo tuve 18 años de edad. El pastoreaba una iglesia presbiteriana en Illinois. Por entonces hablé con él una vez más, después que fui bautizado en el Espíritu Santo. Algunos meses después de haber aceptado a Jesús, y antes de haber recibido el bautismo, había ido a un congreso en Wisconsin donde vi a Lloyd Ogilvy. Estábamos sentados alrededor de la fogata del campamento y él hablaba acerca de Dios. Tuve una experiencia radical esa noche acerca del nuevo nacimiento. No pienso que alguna vez profundamente haya cuestionado el amor de Dios con relación a mí de esa noche en adelante. Después que había recibido el bautismo del Espíritu Santo, me preguntaba lo que me sucedió. Sentí como si estuviese dentro de un deslumbramiento y que necesitaba encontrar a alguien que teológicamente me pudiera alinear porque parecía ilógico. El hombre que oró por mí me dijo que hablase con Lloyd porque él tuvo el bautismo, también. Fui a él y, a su petición; hablamos privadamente en su habitación. Le conté todo lo que me había ocurrido. Nunca olvidaré lo que él me dijo. Él sonrió y me dijo, ‘Joe, es Dios. Relájate y disfrútalo. ¡Es Dios! Pero, no cuentes a nadie sobre esto porque no lo entenderán.’ Disfruté del café con él y su esposa y él me dijo que no debería hablar de eso porque arruinaría mi carrera. Él me dijo que lo disfrutara pero que permanezca quieto porque tenía un futuro en esa denominación. Ese fue el consejo que no seguí. Lloyd más tarde llegó a ser el pastor de la Primera Iglesia presbiteriana en Hollywood, California. Él es ahora el capellán del Senado de los Estados Unidos. Conocí a una mujer cristiana joven quien, a la edad de 18 años, confesó que aún tenía miedo de morir joven. Alguien le dijo a ella, ‘Su miedo de morir, invalida completamente su fe en Jesucristo porque Él es la resurrección y la vida. Si Él vive en usted, entonces usted llegará a saber que lo que fuere que ocurra está sucediendo bajo la mano de un soberano, amado Padre y usted sabrá que Él es bueno para los vivos y para los muertos.’ Necesitamos recordar eso en la hora que estamos. Somos unas personas bajo el asedio. Hay ataques dentro de nosotros y por fuera de nosotros. Vemos, a pesar del incremento de nuestra duración media, toda clase de enfermedad y muerte. Lo vemos en el mundo y en la iglesia. Lo vemos en este mover del Espíritu. Aun lo vieron en la iglesia del Nuevo Testamento. Vemos a las personas en las batallas entre la vida y la muerte. Hay algunos que Dios ha usado, pero podemos saber que Él es bueno para los vivos y para los muertos. La hija de Dan Ricciardelli y su yerno cruzaron al otro lado del velo, hace un año, este abril. He tenido varias conversaciones con Dan desde entonces. Él me ha dicho, ‘Usted sabe, no es difícil para ella. Sin embargo es duro para aquéllos de nosotros que nos quedamos de este lado del velo.’ No tienen más quejas donde están. Él es bueno para los vivos y él es bueno para los muertos. Dios hace lo que Él quiere y nosotros no le podemos instruir porque Él es Dios y nosotros no lo somos. El diablo incluso sabe eso mejor que nosotros. Hace un año justamente en el mes de febrero; tuvimos a un hermano, Barry, de Australia con nosotros en nuestro viaje por el norte. Su padre tuvo cáncer terminal. Su padre no era salvo y él estaba a punto de tener una operación. Al final de la convención en Whitestone, Barry preguntó si podrían orar para que Dios toque a su padre. Nosotros entonces fuimos a la junta de familia en el país donde vivía Larry Cox que era un anciano bien respetado y profundamente amado allí. Él luchaba en contra del cáncer. Mientras estábamos allí, en medio de la reunión de ancianos, recibimos una llamada de la esposa de Barry de Perth, Australia. Ella dijo, ¡Barry, operaron a tu papi y cuando le intervinieron quirúrgicamente para ocuparse del cáncer, no hubo ninguna cosa allí! ¡Se fue completamente! Tu papi vuelve loco al hospital. Él se está sacando las agujas y andando de aquí para allá por los vestíbulos diciéndoles: ¡Dios ha realizado un milagro en mí! Tuve una oportunidad de encontrar al padre de Barry en agosto pasado. Él me dijo, ¿Joe, usted sabe lo que el doctor dijo? Él se disculpó por una lectura equivocada de los rayos x. Él me dijo que si él alguna vez comete el mismo error, esa próxima vez él se tragaría su estetoscopio. Él me miró con un movimiento rápido en sus ojos y entonces dijo, Joe, yo sé que él no se equivocó. ‘Sé que es porque ustedes oraron’. Larry estaba allí cuando oímos estas noticias maravillosas. Él trataba de creer aún más en Dios. Él peleaba la buena batalla de fe. Él nos dijo a nosotros, ‘quiero el ministerio para conocer aquello cuando usted regrese el año que viene, yo estaré aquí. Mi fe es estar aquí.’ Creí que él estaría allí. Hubo muchos días cuando me sentí cargado en el Espíritu y yo presenté a Larry ante el trono. Mientras las personas estén viviendo y respirando, oraré por ellas. Recuerdo haber leído los escritos de John Lake, un ministro Sudafricano de sanación. Él dijo, ‘Cuando el fuego de Dios te toca, la enfermedad se va.’ Cuando veo a las personas enfermas con cáncer, algunas veces oro, ‘Señor, en el nombre de Jesucristo, permite que tu fuego vivifique ese cuerpo mortal y aniquile esas células de cáncer.’ ¡Él puede hacerlo! En el caso de Larry, Dios, quien sabe el día de nuestra muerte aun antes de que nazcamos, lo llevó a casa. Cuando esto ocurrió, escribí a su esposa y le dije a ella que había orado por Larry y que lo tuve presente diciéndole que él aún estaría con nosotros cuando regresemos. Continué diciendo, ‘Usted sabe, Margaret, en cierta forma percibo que él esta justamente no de este lado del velo.’ Hay muchas que han perdido a sus esposos, pero debemos saber que Él es bueno para los vivos y Él es bueno para los muertos. Nadie en ese otro lado tiene quejas. Me gustaría cuadrar esto. Malaquías 4:1-2, “Porque he aquí, viene el día, ardiente como un horno, y todos los soberbios y todos los que hacen maldad serán como paja; y el día que va a venir les prenderá fuego dice el SEÑOR de los Ejércitos que no les dejará ni raíz ni rama. 2 Más para vosotros que teméis mi nombre, se levantará el Sol de Justicia, con la salud en sus alas; y saldréis, y saltaréis como terneros del establo”. Cuando miro alrededor de mí, en la hora que estamos hoy, me pregunto, ‘¿Cuándo será eso, Señor? ¿Cuándo vendrá ese día que arde como un horno, y los malvados sean quemados y no les deje ni raíz ni rama?’ A medida que miro a mi alrededor, los malvados parecen estar haciéndose mucho más fuertes. ¿También le he estado preguntando, ‘¿Cuándo será el día cuando el Hijo de Justicia se levantará con salud en sus alas y algunos santos saldrán y saltarán como becerros del establo, perfectos en el espíritu, perfectos en el entendimiento, perfectos en cuerpo, y sin miedo del último enemigo, la muerte?’ Sé que Dios ha elaborado una provisión completa para este acontecimiento. Jesús no miente al decir, “... No temas, yo soy el primero y el último 18 y el que vive, y estuve muerto; y he aquí, estoy vivo por los siglos de los siglos, y tengo las llaves de la muerte y del Hades”. Apocalipsis 1:17-18. Hay una provisión Por el año de 1960, alrededor del tiempo que salí del seminario, hubo tres teólogos que dijeron que Dios estaba muerto. Esa teología comenzó a tener éxito. Los hombres carnales lo amaron. Supe de algunos tipos en el seminario que creyeron en eso. Ahora, esos tres teólogos están muertos y Dios sigue viviendo. Él está vivo por siempre y Él es bueno para los vivos y para los muertos. He oído por muchos años que este movimiento del espíritu está muerto. Nunca ha habido un tiempo cuando no hubo ‘corresponsales de guerra’ declarando que este mover estaba muerto, o a punto de morir. Siempre ha habido aquéllos que han proclamado su muerte. Desearía que aquello feneciera si Dios no estaba detrás de eso, pero no soy movido por ese tipo de conversación. No me mueve porque he madurado bastante tiempo para tener mejor criterio. Conozco a quien he creído y confiaré bajo la sombra de sus alas. Aun si este movimiento del espíritu estuvo para morir, Él no lo hará. Él está vivo por siempre jamás. En mi último año del seminario, uno de mis compañeros amados de clase dio su mayor sermón. Él dijo, ‘Señores, Dios no está muerto. La fe está muerta.’ El Dios viviente nos cimentó sobre una fundación segura, apostólica y las verdades que fueron puestas de manifiesto no están muertas. ¡El Dios viviente no está muerto! En muchísimos casos sin embargo, la fe que Dios ha hecho entre nosotros, y la fe en Su palabra, está muerta. Dios no está muerto. En bastantes casos, es la fe que está muerta. Sé que la fe viene por el oír, y el oír por la palabra de Dios. También sé que donde la fe está viva hay una confianza total que el pecado, la enfermedad, y el último enemigo que será vencido por un pueblo, la muerte, serán vencidos. Ese pueblo cree que son los descendientes de Abraham. Abraham estaba lleno de fe y así será ese pueblo. Tenemos muchos ejemplos de fe en medio nuestro. El hermano Milton Vereide se ha rehusado a doblegarse ante el Parkinson. Él está a pesar de eso guerreando como un guerrero. La hermana Charity es un gran ejemplo de fe. Ella camina a través de experiencias que la mayor parte de nosotros habría cedido hace mucho tiempo. Ella todavía cree en Él, mediante la fe, para terminar el trabajo en ella. En muchos casos sin embargo, la fe se muestra apagada, inactiva. Hay tres citas de las Escrituras que veo como las promesas absolutas de Dios. Una de esas citas bíblicas nos dice que la sanidad es el pan, es la provisión de los niños Hebreos 6:1-3. El hermano Sam una vez dijo, ‘no necesitamos una nueva palabra de sanidad. Necesitamos confianza y fe en la palabra de sanidad que Dios ya nos ha dado.’ La fe no es ‘nuestra fe’, o algo que nosotros podemos elaborar. Es la fe del Hijo de Dios que vive en nosotros. Hay algunas personas que creen y dicen lo siguiente, ‘soy un hijo de Dios por lo tanto no tengo que tener algún tipo de enfermedad, y por Su fe en mí, puedo caminar esta provisión. No creo en las manifestaciones engañosas y yo caminaré, no en mi fuerza, pero si en Él quién vive en mí.’ No condeno a alguno que luche en contra de la enfermedad. He estado francamente al borde de la muerte. No voy en contra de los doctores. Dios usó a uno de ellos para salvar mi vida. El Gran Médico es el que nos salva, no obstante, hubo un buen doctor en África del Sur que Dios usó. Recuerdo un tiempo, cuando las personas se enfermaron, inmediatamente no hicieron una visita a un doctor o corrieron tras una botella de píldoras hasta que al menos buscasen al Dios vivo y dijeran, ‘hay provisión para caminar la palabra allí. Es la provisión total. Es la provisión de mi sanidad total, de mi espíritu, de mi alma, y de mi cuerpo. Por Su gracia y la fe lo cogeré. No condeno a cualquiera que haya tenido una batalla. Tuve una batalla cuando solo tenía 20 años. Fui informado que tendría colitis el resto de mi vida. Aún más, que tendría que tomar tres tipos de píldoras por el resto de mi vida. No había cura para mí. Justamente me había graduado del seminario y recién había sido bautizado en el Espíritu Santo. Hubo muchas personas que pensaron que mis días de ministerio habían terminado. Acudí a muchos ministerios poderosos que imponían las manos sobre mí y no estaba curado. Estaba en muchas filas de sanidad, y entonces Dios habló y me dio palabra para caminar. Él me dijo que, si bien hay sanidad instantánea, y si bien hay el impartir de sanidad por la imposición de manos, también hay sanidad en Su palabra. Él me dijo que me sanaría con Su palabra. Dios me mostró que la raíz de mi problema era el miedo. Él comenzó a mostrarme ansiedades que nunca supe que tenía. Me quedé en una batalla de fe. Me despertaba por las noches con mi corazón palpitando y mi estómago latiendo. Caminaba de acá para allá en mi cuarto y decía en voz alta, ‘Dios no me ha dado espíritu de miedo, pero sí de poder, de amor, y de dominio propio.’ Me agarré de eso por lo menos durante un año hasta que una noche cuando entré caminando en una reunión en Grey Ledges yo escuché a Dios decirme muy claramente, ‘Bota lejos tus píldoras y mantente de pie por la fe. Tu fe ha obrado adecuadamente.’ Cogí mis tres botellas de píldoras, salí caminando por la ladera, y terminé como Nolan Ryan, lancé tres espectaculares pelotas rápidas. Arrojé lejos mis píldoras, y ahora cuando viajo alrededor del mundo, puedo comer lo que fuere que esté listo delante de mí. Todas esas predicciones de los doctores terminaron en nada. No llegó a suceder. No ocurrió por cualquier cosa que fui o por cualquier cosa que tuve. Fue por la fe del Hijo de Dios que vive en mí. Dios no está muerto. Él es justo, en algunos casos, la fe está muerta. No está bajo cualquier condenación si usted está de acuerdo con cualquier tipo de medicación. Dios le dirá cuándo. La fe viene por el oír y el oír por la palabra de Dios. La segunda promesa en la Sagrada Escritura sobre el cual descansaba en esos días fue 1 Pedro 2:24, “Porque por sus heridas fuisteis sanados.” Pone la profecía que se encuentra en Isaías 53:5 en el tiempo pasado. “Por sus heridas hemos sido sanados”. Cuando Jesús murió en la cruz, él no solo tomó nuestros pecados allí. Él también tomó nuestras enfermedades allí. Si Su fe en nosotros puede levantarse y nos vivifica, entonces nos daremos cuenta que, no importa cuán virulentas sean las predicciones, Él ya ha llevado estas enfermedades. No tenemos que tolerarlo. No tenemos que vivir con eso. Puede ser una batalla de fe para nosotros. Puede ser un período de tiempo antes de que tengamos victoria, pero al fin, habrá victoria. Hay victoria para nosotros porque por sus heridas fuimos curados. La tercera promesa se encuentra en Romanos 8:11, “Pero si el Espíritu de aquel que resucitó a Jesús de entre los muertos habita en vosotros, el mismo que resucitó a Cristo Jesús de entre los muertos, también dará vida a vuestros cuerpos mortales por medio de su Espíritu que habita en vosotros.” Amén, ésta cita bíblica está refiriéndose de nosotros entrando algún día en la resurrección, sin embargo también está hablando de Su vida de resurrección que está hoy en nosotros. Está esa vida en nosotros, por la fe, y por esa fe sabemos que somos hijos de Dios y que Su amor es para con nosotros. Dios no está muerto; Es simplemente que en algunos casos, la fe está muerta. El enemigo trabaja en nuestra mente. He tenido muchas experiencias con esto. Por años he viajado por el norte con el ministerio. Todos saben que detesto el frío con pasión, pero aquel viaje es siempre una bendición. Cierto es que no me gusta ir de viaje sin embargo, no es sólo por el frío, porque cuando finaliza la labor siempre arribo con un cuadro de síntomas por el cambio climático. Este viaje anticipaba realmente las consecuencias del frío y oré en contra de eso, pero a pesar de todo, ocurrió. Debemos experimentar la prueba de nuestra fe. Continúa ocurriéndome porque él trata con algo dentro de mí. Recientemente, estaba de regreso en la hacienda en Lubbock, Texas. Comencé a respirar con dificultad, sorbiéndome los flujos nasales y sonándome la nariz. No se detenía. Casi nunca me resfrío. Años atrás El Señor me dijo que me aplique una gran dosis de vitamina C a través de mi cuerpo y desde que he hecho eso, raramente me resfrío. Cuando mi nariz comienza a destilar, presto atención. Alguien pasó por mi casa y me dijo que habían vaporizado esa mañana contra los insectos y que quizá fue el vaporizado la causa del problema. Mi esposa, muy cariñosamente y con buena intención, me dijo, ‘¿Has considerado que puedes tener una alergia?’ No tengo alergias. Nunca he tenido una alergia en mi vida, respondí. Entonces recordé lo que alguien una vez me había dicho, ‘Cuando usted se mude a Lubbock, Texas y usted tiene alergias, estas empeorarán.’ Recuerdo que alguien más me había dicho, ‘Si usted se muda para Lubbock y usted no tiene alergias, y vive allí durante mucho tiempo, entonces usted obtendrá una alergia.’ La fe exactamente no estaba fluyendo dentro de mí, excepto por la fe en las alergias. Posteriormente fui y recogí el libro del Pastor Henry Wright, titulado “Un Camino Más Excelente” (A More Excellent Way). He estado especialmente bendecido por la verdad que él predica, que un gran porcentaje de enfermedades tiene una raíz espiritual. No quiero que nadie se condene si están teniendo una batalla física, porque Dios algunas veces ordena esas batallas en nuestras vidas para robustecer nuestra fe. Cuando examiné a fondo la lista de enfermedades en el libro del Pastor Henry, encontré que hay sólo alrededor de cinco o seis raíces principales. Son miedo, ansiedad, tensión nerviosa, amargura, resentimiento, preocupación, y el no perdonar. Consulté lo que él tuvo que decir acerca de las alergias. Él dijo que nuestros cuerpos no son alérgicos a cualquier cosa. No soy una persona médica y aun no sé si él está completamente en lo correcto acerca de eso, pero yo sé que necesité comenzar a echar mano del Hijo de Dios en mí y de Su fe. Dije para mí mismo, ‘no tengo alergias. No creo en las alergias. ¡No recibo una alergia! No seré engañado por el acusador de los hermanos.’ La fe se levantó adentro de mí, guardé mis pañuelos, y se detuvo el respirar con dificultad. Dios no está muerto. No fue mi fe, pero fue la fe del Hijo de Dios viviendo en mí. Fue la fe del Hijo de Dios que me amó y se dio por mí. Dios no está muerto; Es solamente que en algunos casos, la fe está muerta porque el miedo entorpece nuestro caminar. Recuerdo que siendo un pastor joven que leí el libro de Watchman Nee, titulado “La Vida Cristiana Normal de la Iglesia” (The Normal Christian Church Life). Cuando termine de leer el libro, me di cuenta que no estaba en el orden de Dios y que no me había percatado lo que era Su orden. Comprendí que el sistema donde participaba era un despliegue del hombre mismo. El pastor anduvo haciendo todo, y eso no era el orden en la palabra de Dios. Me causó un gran impacto emocional. Ya supe porque no encajaba bien en la denominación Presbiteriana, era porque tenía el bautismo del Espíritu Santo. Comencé a orar acerca de eso. Dije, ‘Dios mío, si existe el ministerio quíntuplo en alguna parte o si ya no hay. Quiero ser establecido en Tu orden, pero no sé dónde está.’ Necesitamos entender a Dios, que aún tiene un orden. Pudo haber sido terriblemente manoseado en muchos casos, pero Él aún tiene un orden y Él siempre tendrá un orden. El orden del ministerio quíntuplo llegará a su final y eso traerá el orden de Melquisedec, pero no vendrá deprisa porque eso no ocurrirá hasta que subamos en la resurrección. Hasta entonces, Él tiene al ministerio quíntuplo como orden; Los apóstoles, los profetas, los evangelistas, los pastores, y maestros. Ese ministerio quíntuplo no es hacer al ministerio para sí mismo. Debe de equipar a los santos para la obra del ministerio. El trabajo del ministerio es llevarnos a un hombre nuevo de muchos miembros en Cristo. Debe llevarnos a ser un cuerpo, a un Hijo de Dios de muchos miembros. Observé esto en la palabra, pero no supe donde hallarlo en actividad. Efesios 4:11-13. Entonces el Señor me habló y me dijo que el primer paso para que dejase la iglesia que pastoreaba y para que me moviera gradualmente hacia un ministerio carismático sería un ministerio por la fe. Entendí que esto significaba ningún sueldo, ninguna pensión, y ya no más casa o la asignación por viajes. Y puedo verme, tan claro como si fuera ayer, estando sentado sobre un sofá en Ogdensburg, Nueva Jersey pensando en mi esposa y nuestro bebé pequeño y preguntándome a ratos cómo los sostendría sin un sueldo. He encontrado a muchos ministros que no están con nosotros por esa razón. He visto a muchos de ellos venir a nuestras convenciones, levantar sus manos, e invitarme para que venga a sus iglesias a ministrar. Han sido testigos de la palabra y de la unción aquí, pero eso no ha sido lo que los ha retenido donde se encuentran fluyendo. No digo que Dios no los use. Algunos de ellos son cristianos muy preciosos. Pero, cuando se redujo al hecho que tenían que dejar su pequeño reino y su seguridad, no lo harían. ¿Dónde está nuestra seguridad? ¿Estamos confiando bajo Sus alas? ¿Sabemos que ese es el único lugar seguro que hay? Puedo recordar estar sentado sobre el sofá y llegar al punto que estuviese claro en mi mente, ‘Si no hago esto ahora, entonces nunca lo podré hacer.’ Después, no tuve mucha fe. El primer par de años todavía me preguntaba, cómo Dios iba a encargarse de nosotros sin más sueldo y ninguna pensión. Veo a los niños hoy en nuestro medio que tienen 25 años de edad y ya trabajando y pensando en su jubilación. De muchas formas casi nos hemos convertido en unas personas humanísticas. No estoy contra Dios que te da una carrera, un sueldo, y un plan de pensión, pero ¿dónde está tu seguridad? Más tarde, cuando viajaba por New England, todavía preguntándome cómo ocurriría, un Pastor Bautista me preguntó: ¿Está usted todavía haciendo su pequeña confraternidad con todos los grupos pequeños? Yo no sabía que la pequeña confraternidad se convertiría en el mundo ni él tampoco. Dios no sólo sustentó a mi esposa y a mí con un hijo, sino que Él nos sustentó con cinco niños. Él justamente no me envió dentro de un círculo pequeño en New England, mas Él me envió alrededor del mundo. ¡Él hizo eso y respaldó todo porque Él hace lo que Él promete! No es fantasía lo que hablamos. Ésta es la realidad. Dios no está muerto. Él es un Dios vivo. Salmo 91:1-2, “El que habita al abrigo del Altísimo morará a la sombra del Omnipotente. 2 Diré yo al SEÑOR: Refugio mío y fortaleza mía; mi Dios, en quien confío.” Esta promesa no es para todos, esto es para los nacidos del Espíritu. No es incluso para todo el mundo que se bautizó en el Espíritu Santo. No son para aquéllos que visitan a Dios en las reuniones una vez a la semana Esta promesa es para aquéllos que moran (o viven) en el lugar secreto del Altísimo y para aquéllos que permanecen bajo la sombra del Omnipotente. Debemos saber, por la fe, que somos un Hijo de Dios, nacidos del espíritu y bautizados en el Espíritu. Debemos saber que hay sanidad en la expiación, y que el mismo Espíritu que levantó a Jesucristo de entre los muertos puede vivificar nuestro cuerpo mortal. El mismo poder que levantó a Jesucristo de entre los muertos puede tocar, vivificar, y sanar nuestros cuerpos mortales. Habrá algunos hijos al final del tiempo, cuando el Hijo de justicia se levante con salvación en Sus alas, que saldrán como becerros de la manada. Cantarán la canción,  ‘Soy feliz, saludable, bendito, ungido, y lleno con el poder de Dios.’ Cantarán, ‘Soy él que él vive y estaba muerto, he aquí que estoy vivo para siempre. Tengo las llaves de la muerte y del Hades.’ Habrá algunos hijos, por la fe, quienes pisotearán al último enemigo, la muerte. ¡Dios no está muerto! Hay promesas aquí para aquéllos que moran en el lugar secreto y permanecen bajo la sombra del Omnipotente. Él es nuestro refugio. Él es nuestra fortaleza. No tiene importancia lo que se abalance sobre usted, lo que lo golpea a usted, o lo que usted lucha porque Él es nuestro refugio y Él es nuestra fortaleza. Estaba con un hermano, visitando el Oriente Medio, y empezamos a hablar hasta cierto punto con exceso acerca de nuestras batallas y nuestras luchas con nuestra carne. Una mañana cuando me metí en la ducha, comencé a cantar una canción, ‘Ven fuente de cada bendición a mi corazón para cantar Tu gracia. Canciones de misericordia, nunca cesen, convoquen a la alabanza más sonora. Pronto para deambular, Señor, me siento. Propenso para dejar al Dios que amo. Aquí está mi corazón, tómalo y séllalo. Márcalo como un sello con Tus consejos celestiales.’ Ésta es la hora para esa canción. Esa es la respuesta para algunas de las cosas con la que luchamos. Salmo 91:3-4, “Porque Él te libra del lazo del cazador y de la pestilencia mortal. 4 Con sus plumas te cubre, y bajo de sus alas hallas refugio; escudo y baluarte es su fidelidad.” Él es nuestro refugio y Él es nuestra fortaleza y seguramente él nos librará. Nosotros todos necesitamos liberación. Hay una palabra de fe para nosotros aquí. Seguramente él nos librará. Esa es la fe. Él nos salvará del lazo del cazador y de la peste destructora. Él nos cubrirá con Sus plumas y nosotros confiaremos bajo Sus alas. El Hijo de justicia se levantará con salud en Sus alas. Algunos hijos están saliendo con fe, como becerros fuera de la manada. No importa lo que venga detrás de nosotros, porque la verdad que Él ha plantado en nosotros será escudo y baluarte. La verdad nos hará libres. Salmo 91:5, “No temerás el terror de la noche, ni la flecha que vuela de día.” No tendremos miedo. Esa es una palabra de fe. Dios no nos ha dado el espíritu de cobardía. Él nos ha dado espíritu de poder, amor, y de dominio propio. Necesitamos permanecer en Él, quien tiene esa mente nueva para nosotros, a fin de que no andemos con miedo. Cuando Dios me libró de la batalla con colitis, realmente tuve la experiencia que anda en boca de todo mundo. Salmo 34:4, “Busqué al SEÑOR, y El me respondió, y me libró de todos mis temores.” No quiere decir que no me ponga atemorizado más ya. El minuto que salga del Espíritu y abandone su morada, me atemorizo otra vez. Puedo tener miedo de levantarme en la mañana. Solí tener miedo a adquirir cualquier enfermedad de la que oí hablar. Hubo un momento cuando Dios me salvó del miedo y hoy puedo decir que busqué Al Señor y él me oyó y me salvó de todos estos temores. ¡Él te librará! ¡Él nos librará! Salmo 91:5-7, “No temerás el terror de la noche, ni la flecha que vuela de día, 6 ni la pestilencia que anda en tinieblas, ni la destrucción que hace estragos en medio del día. 7 Aunque caigan mil a tu lado y diez mil a tu diestra, a ti no se acercará.” Sé que tratamos con un Dios soberano. Sé que no tenemos garantías. Sé que necesitamos pelear la buena batalla de fe para estar seguros que moramos en el lugar secreto del Altísimo y permanecer bajo la sombra del Omnipotente. Podemos comenzar a ver todas las cosas estando allí y podemos pensar que tal vez vendrá cerca de nosotros, pero si moramos allí, Él es una cobertura para nosotros. No vendrá cerca de nosotros si nos quedamos bajo Él. Necesitamos decir eso por la fe. Recuerdo la canción cuyas palabras son,  ‘En el lugar secreto del Altísimo, en la tierra donde nunca moriremos, donde la flecha durante el día no será obstáculo en tu camino, en el lugar secreto del Altísimo. Mil pueden caer en tu mano derecha y diez mil a tu izquierda, pero no vendrá cerca de ti, mi hijo, en el lugar secreto del Altísimo.’ Esa es la cobertura. Ese es el lugar donde necesitamos quedarnos. Necesitamos ser escondidos en Dios para fortalecer esta fe [Colosenses 3:3]. Es como la canción que dice, ‘Escóndenos en Dios en el lugar secreto. Allí en el espíritu, contemplando Su fe. Ganando nuevo poder para correr la carrera. Me gusta ser escondido en Dios.’ Ese es el lugar donde la fe se fortalece. Salmo 91:8-10, “Con tus ojos mirarás y verás la paga de los impíos. 9 Porque has puesto al SEÑOR, que es mi refugio, al Altísimo por tu habitación; 10 no te sucederá ningún mal, ni plaga se acercará tu morada.” Estoy de acuerdo con lo que el Pastor Henry Wright enseña. Hay sanidad divina, pero hay algo mucho mejor, llamado salud divina. Dios sacó a Israel al desierto para la tierra prometida. Enviaron a los espías a investigar aquella tierra. Cuando volvieron de nuevo dijeron, ‘Oh, bendigan a Dios, en esa tierra está todo lo que el Padre nos prometió que estaría. Es una tierra que fluye leche y miel. Las uvas son tan grandes como su puño. Es una tierra maravillosa.’ La gente de Israel gritaba, ‘Aleluya, alabado sea el Señor.’ Entonces ellos oyeron, ‘Pero, hay gigantes en la tierra. Los gigantes son inmensos. Somos como saltamontes pequeños al lado de esos gigantes. Esos gigantes nos comerán vivos.’ Quizá pensamos que al entrar en este gran movimiento de Dios, Él nos llevaría más allá del desierto, a la tierra prometida. ¿Por qué no nos dijo Dios que había gigantes en la tierra y que eran demasiado grandes para nosotros? Existen en medios nuestros aquellos que dicen, ‘Pero la enfermedad, el pecado, la mortandad, y las personas que se retiran. Estos gigantes son demasiados grandes’. Oímos una gran palabra en el comienzo y eso fue una gran revelación fundamental, pero entonces las preguntas vinieron. No supimos que hubiese gigantes en la tierra. Esos gigantes son la llamada enfermedad y el pecado. Tenemos batallas con la enfermedad y el pecado, pero tenemos una provisión. Hay victoria sobre la enfermedad y hay victoria sobre el pecado. Aun habrá victoria sobre el último enemigo, la muerte, para aquéllos que permanecen en Él hasta el final. Solamente, entre los doce espías hubo dos hombres. Fueron dos “anticuados”, Josué y Caleb. Vieron la misma cosa que todos los demás vieron. Dijeron, ‘Sí, es cierto, esos gigantes son más grandes que nosotros. Pero podemos ir y tomar esa tierra. A esos gigantes los comeremos como pan’. Estos dos personajes no adquirieron las mentiras que les fueron dichas al pueblo, que los gigantes eran demasiados grandes para ellos. Números 13:27-33; 14:1-9 ¿Les dejaremos fortalecer su fe con nosotros, o los dejaremos que continúen siendo comidos vivos con la enfermedad del cáncer, del corazón, la artritis y uno al cabo del otro?… Si usted se enferma, hay una provisión. Hay también una provisión para la salud divina. Hay aun provisión para renovar su juventud como un águila. Cuando luchaba contra ese ataque de las complicaciones nasales, comencé a pensar en todos los cumpleaños que había tenido. Comencé a pensar que tal vez las alergias comenzaban a alcanzar su madurez nociva. No podría detener sonarme la nariz, y no supe que ocurriría después porque simplemente he estado por los alrededores demasiado tiempo, y no en la tierra de la promesa. Los gigantes en la tierra prometida parecían como que me tragarían vivo. “Me vino al pensamiento que aquello podría ayudarme para que yo regrese en el Espíritu”. Cuando quiera que tenga esa batalla, pienso en Caleb y oro por la fortaleza de Caleb. Caleb tuvo 85 años de edad cuando él se volvió y dijo a Josué, ‘En la herencia de la tierra, me fue prometido una montaña. Estoy bastante fuerte ahora para ir y tomar esa montaña porque todavía estoy tan fuerte a los 85 como cuando tuve los 40 años. Pues bien soy capaz para entrar y tomarla, y echar fuera a los gigantes que moran allí, como Jehová ha dicho. ‘Josué 14:6-15. Helo aquí a los 85 años de edad convenciendo a Josué que su fuerza no lo había abandonado. Él quiso su montaña y él iba a tomarla. Debemos tener a algún Josué y Caleb en medio nuestro, jóvenes1 y viejos2 igualmente3. Un varón que es muy estimado en mi corazón me dijo a mí algún tiempo atrás, ‘Hermano 1 No se refiere a cristianos inexpertos sino a aquellos que están renovándose continuamente Efesios. 4:23; 1 Corintios. 2:16, y como resultado, están vigentes en la revelación de la palabra Ef. 1:16-20, y vigentes en el caminar, siempre rejuveneciendo. Isaías. 40:29-31, 2 Hace referencia a aquellos cristianos que son antiguos en permanencia bajo la cobertura y en la presencia de nuestro Padre, y no a la edad terrenal, ni a la antigüedad literal que uno puede tener como creyente. 3 Debemos ser ambos y a la vez, no por separado; “jóvenes maduros” para poseer nuestra tierra prometida bajo Su cobertura. Joe, yo tengo 70 años de edad. Justamente no pienso que tenga fuerzas para ser un anciano más ya.’ Le dije a él, ‘Hermano, es simplemente un número. No ceda en el número.’ Él continúa confesando que es viejo porque se ha persuadido en ello. Le recordé que el Hermano Buddy tuvo 70 años de edad, tiene un marcapasos dentro de él, viaja alrededor del mundo, y recorre alrededor de seis millas promedio. Él trataba de decirme que él estaba demasiado cansado para cubrir una convención local justamente por un simple número. ¡Permita que la fe se levante! Dios no está muerto. Él puede renovarlo como un águila joven. No importa contra lo que usted combate, en cualquier edad, Él es capaz. El mismo poder que levantó a Jesús de la muerte puede vivificar su cuerpo mortal. Si bien hablé esas palabras para aquel hermano, hubo un momento cuando mi nariz comenzó a destilar a chorros que comencé a pensar acerca de mi edad también. Cuando alcancé los 60 años de edad salí y corrí por una hora y 45 minutos, justamente para desafiar ese número. Admito que me agoté la mayor parte del resto de ese día, oré para que no falleciera en mi cumpleaños. Necesité regresar en el espíritu. No era en fe en lo que me movía. Dios no está muerto. Éste no es un reino de fantasía. Habrá personas que aparecerán cantando, ‘soy feliz, saludable, bendito, y ungido. Estoy lleno con el poder de Dios.’ Ellos saldrán como becerros de la manada. Necesitamos hacerle nuestra habitación. Salmo 91:11-12, “Pues El dará órdenes a sus ángeles acerca de ti, para que te guarden en todos tus caminos. 12 En sus manos te llevarán, para que tu pie no tropiece en piedra.” Los ángeles han estado con nosotros. Son los espíritus que ministran a los herederos de la salvación. Me pregunto algunas veces si he visto a uno. Años atrás, cuatro de nosotros viajábamos por Sudamérica, de Ecuador a Perú. Nosotros pasamos por la aduana para venir a Ecuador, viajamos en un autobús toda la noche por mucho tiempo y todo el día antes de que lleguemos al Perú. Cuando nos registramos a la salida de Ecuador uno de los oficiales de aduana, quién era un hermano cristiano, nos dijo que cuando crucemos la frontera con Perú no digamos que éramos misioneros. Entramos caminando por la puerta de la oficina de la aduana en Perú y el oficial que salió nos preguntó enseguida, ¿Todos ustedes son misioneros, verdad? No podíamos mentir y le dijimos que éramos misioneros. En aquel entonces, el comunismo comenzaba a entrar fuertemente en Perú y él nos dijo que él no nos dejaría entrar. Él nos contó todo que no necesitaban religión y que habían tenido bastante de la palabra de Dios en su país. Le pedimos a que por favor nos dejase entrar. Él nos dijo a nosotros, ‘Bien, les dejaré entrar, pero voy a darles visas comerciales, no visas turísticas.’ Necesitamos rellenar toda clase de formularios para entrar como hombres de negocios y entramos en Perú. La siguiente noche, cuándo nos alistábamos para empezar la convención, uno de nosotros fue a visitar al hombre de la aduana, quien era un hermano en El Señor. Le preguntamos a él que mirase nuestros documentos para ver si habría algún problema para salir de Perú. Él nos dijo, ‘El otro aduanero trata de entramparlos. Él quiere hacer que ustedes paguen impuestos altos en sus supuestas ganancias comerciales antes de que ustedes puedan dejar el país. Mi consejo extraoficial es tomar estos papeles y perderlos.’ Hicimos eso, pero nosotros todavía tuvimos las visas comerciales. Cuando regresamos nuevamente a la ciudad capital Lima, para salir del país, pedimos en oración a Dios específicamente que nos cubra. Estuvimos de pie en la cola, y esperando nuestro turno para entrar. Repentinamente, un hombre apareció en un escritorio al otro lado, a nuestra izquierda. Él hizo una seña para que nos acerquemos a él. Él no observó las visas, pero tomó nuestros pasaportes y los timbró a todos ellos y nos envió por nuestro camino. Habíamos terminado con el trámite y nos regocijamos. Aquel hombre no salió por ningún lado. ¡Incluso no sabemos si él laboraba allí! Entonces al pensamiento nos vino que él podría haber sido un ángel. Algunos años atrás, después que había conducido toda la noche, entregué el volante de nuestra gran casa rodante a mi buena esposa a las 5:30 de la mañana. Estaba dormido cuando ella lo llenaba al tope con combustible y yo repentinamente oí decir que salgamos de la casa rodante porque estaba ardiendo. Todos nosotros salimos y vi a un hombre manteniéndose de pie allí con un extintor de fuego. Él usó su extintor hasta que el cuerpo de bomberos vino y apagó el fuego. Quise agradecerle, pero le vi repentinamente correr para su camión, saltar adentro de él, y marcharse. Me dio que pensar si él fue un ángel, el cual es un enviado. Nunca sabemos cuándo vemos a los ángeles. Salmo 91:13, “Sobre el león y la cobra pisarás; hollarás al cachorro del león y a la serpiente.” ¡Seremos victoriosos! ¡Venceremos! ¡No tendremos miedo! ¡Él nos librará! El Hijo de justicia se levantará con salvación en sus alas, sanando el espíritu, el alma, y el cuerpo. Algunos hijos seguirán marchando en victoria. Será posible por Su fe que mora en nosotros. Salmo 91:14, “Porque en mí ha puesto su amor, yo entonces lo libraré; lo exaltaré, porque ha conocido mi nombre.” Él tiene un plan para colocarnos en lo alto. Seremos colocados en gran altura porque él nos llevará en alas de águilas si nos rendimos a Él. Salmo 91:15-16, “Me invocará, y le responderé; yo estaré con él en la angustia; lo rescataré y lo honraré; 16 lo saciaré de larga vida, y le haré ver mi salvación.” El hermano Gary Snow ministró hace unas semanas una palabra muy poderosa de ligazón y avance en Lubbock, Texas. El sacó de entre manos algo que nunca había visto. La palabra ‘Cordero’ (Lamb) es vista 30 veces en el libro de Apocalipsis porque la figura central es el Cordero. En el lenguaje griego original hay tres palabras diferentes para Cordero. Cada vez que la palabra es mencionada en el libro de Apocalipsis la palabra es de hecho “lambkin” que quiere decir “el pariente o la familia del Cordero”. No significa precisamente “la cabeza del cuerpo”, sino a lo corporativo, “al varón de muchos miembros”. Es este cordero que está en medio del trono. Podríamos permanecer allí las 24 horas del día si permanecemos rendidos ante el Padre. Podemos morar allí. Podemos permanecer allí. No diría que pudimos si no fuera posible por la fe. El hermano Gary ministró que hay veces cuando tenemos que requerir al Cordero que está en nosotros. Debemos tener al Padre para que nos ayude, pero hay veces que necesitamos acudir al Cordero en nosotros. Dentro de nosotros está Él que es la resurrección y la vida. Dentro de nosotros está el Cordero. Dentro de nosotros está el que conquistó la enfermedad, el pecado, y la muerte. Dentro de nosotros está el que canta en los cielos, “y el que vive, y estuve muerto; y he aquí, estoy vivo por los siglos de los siglos, y tengo las llaves de la muerte y del Hades.” Apocalipsis 1:18. ¡Necesitamos manifestar esa vida que está dentro de nosotros! Él está vivo por la eternidad. Dios no está muerto. No permita que la fe que Él plantó en usted muera. Continúe cantando, nada de lo que usted está atravesando será obstáculo para que el que empezó la obra la culmine. Cante la canción, ‘Dios va a terminar realmente lo que El inició, aunque las aguas tengan que ser partidas. Levanta tus manos, no estés desanimado. Dios va a terminar lo que Él inició en ti’. Confíe bajo Sus alas. Él es bueno para los vivos. Él es bueno para los muertos. Él está vivo eternamente.

“Porque no nos ha dado Dios espíritu de cobardía, sino de poder, de amor y de dominio propio” 2 Timoteo 1:7

 
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